Este texto está basado en un famoso fotograma de la película "El cielo sobre Berlín", en el cual aparece un hombre vestido de negro con unas alas blancas colgando de su espalda, mirando hacia abajo desde un alto edificio. Este relato no guarda ninguna relación con la película.
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Ángel
de negro
Contemplé
el vacío que se suspendía a mis pies, tan lleno y tan hueco al mismo tiempo. El
aire helado se quedaba adherido a mi piel y a mis alas. Mis alas. Simples
manchas blancas colgando inútiles tras mis hombros.
Las nubes
se convulsionaban en un aterrador baile eléctrico, abrazando cada vez con más
fuerza las puntas desprevenidas de los rascacielos. Mi túnica negra se mecía
con el viento que arrastraba consigo la amenazadora tormenta que en breve
descargaría su ira sobre la ciudad. Pero nada de lo que ocurría sobre mí
lograba llamar mi atención. Yo seguía con la vista fija en ningún sitio. Porque
para mí lo que había más abajo no era ningún sitio.
Los coches
gruñían al asfalto y se deslizaban fugaces entre cúmulos de humo y vapor y
aglomeraciones de muchedumbre. Todos parecían tener infinita prisa en buscar
cobijo. Yo, no.
Respiré
hondo. ¿Qué hacer? ¿Tendría razón ese diablillo endemoniado? “Salta”, me había
dicho. “Salta, y comprueba si miento, si es cierto o no que ya no puedes
volar”. Y yo, tonto de mí, le había hecho más caso del debido. Así que aquí
estoy ahora, debajo de una tormenta y encima de una ciudad, en un punto
intermedio entre el cielo y el asfalto. Suspiré. ¿Cuánta verdad habría en las
palabras de la criatura? Solo había un modo de averiguarlo.
“Vamos”, me
dije. “Eres un ángel. Los ángeles tienen alas. Tú tienes alas. Y las alas
sirven para volar. ¿Qué podría salir mal?”
Así que con
un último suspiro de resignación, di un paso atrás para coger impulso y salté,
justo cuando la primera gota de agua se desprendió del cielo.
Intenté
mover las alas, como tantas otras veces había hecho, pero estas no me
respondieron. Las sentí pesadas y húmedas, pegadas a mi espalda.
Y grité.
Y caí.
Caí como un
muñeco de trapo inservible del que se deshace el firmamento. Caí como un puñado
de nada que se arroja desde un balcón. Caí como una lágrima mal disimulada que
se pierde en el cuello de la camisa. Caí como solo un ángel contaminado por la
despiadada humanidad podía haber caído. Caí porque mis alas ya no me obedecían,
porque ya no eran nada, absoluta e irrevocablemente nada, y todo por culpa del
mal y el odio que había anidado en mi corazón desde que comencé a tratar con
humanos. Así que, simplemente, caí.
Woa... está... está... ¡Precioso! En serio, es simplemente hermoso. Tiene ese toque poético y real que te hace paladear cada palabra, y una idea que bien puede ser real o metafórica. Es bello, en serio, me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminar"Caí como solo un ángel contaminado por la despiadada humanidad podía haber caído."
Hermoso, en serio. Me encantó. Eres un genio de las palabras.
Jey
¡Hola! Joo, muchas gracias, Jey ^^ ¡Me alegro un montón de que te haya gustado! Hace ya mucho que lo escribí, pero tenía muchas ganas de subirlo, jajaja.
EliminarTú sí que eres una genio ;D En serio, ¡un millón de gracias!
Un besazo enorme,
Meri
Simplemente me ha encantado, la forma en que describes cada personaje, cada situación... Es magnífica. Sé que serás una gran escritora, te lo digo de corazón.
ResponderEliminarLurei
¡Hola, Lurei! Muchísimas gracias, de verdad ^^ Me hacen mucha ilusión vuestros comentarios. Tú también serías una gran escritora si te lo propusieras!!!
EliminarUn besazo enorme,
MA.A
Escribes realmente bien! Es una historia muy bonita y triste. Me gusta mucho el final, cuando repites al inicio de cada oración el mismo principio
ResponderEliminarBesos
¡Hola, Irene! ¡Muchísimas gracias! =) Me alegra que te haya gustado. Y sí, jejeje, ese es un recurso que me encanta y que utilizo con frecuencia.
Eliminar¡Gracias de nuevo!
Un beso,
MA.A
Esto es lo que busco en un blog. Esto es lo que busco en los mares Internet. Me encantan los relatos, las historias. Me gusta conocer gente que escribe. Por cierto que lo haces muy bien. Me gusto este relato, con tintes oscuros. "por culpa del mal y el odio que había anidado en mi corazón desde que comencé a tratar con humanos" Que gran final. ¿En serio somos tan ponzoñosos los humanos?
ResponderEliminar¡Hola, Fernando!
EliminarMuchísimas gracias. Me alegra una barbaridad que te haya gustado, no sabes cuánto. Y sobre todo, he de darte las gracias también por tu comentario, que no es un sencillo "me gusta" o "no me gusta", sino que explicas el porqué de tu opinión, y eso me ayuda. Me ayuda mucho.
No sé hasta qué punto somos ponzoñosos los humanos, pero desde luego, nuestro comportamiento roza a veces la letalidad del más terrible de los venenos.
¡Gracias de nuevo!
Un saludo,
MA.A
Me gusto mucho el relato ! :D Es una historia triste y fragil, pero en ningun punto deprimente, lo que para mí es dificil de lograr ;) seguire mirando tus otros cuentos :D
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