sábado, 25 de enero de 2014

Inmortal

        ¡Hola, bookers! Pues aquí os traigo un relato corto y sin ninguna clase de sentido... Fue el simple desvarío de un momento de inspiración retorcida, lo escribí hace dos años y he tenido que rescatarlo de las entrañas de mi ordenador... A ver qué os parece.


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Miércoles, 6 de junio de 2012  

 

       Ahora, el Tiempo juega en mi contra. Cada hora que transcurre es un paso más lejos de mis padres, de mis amigos, de mi casa... de mí.

       Odio al Tiempo, pero también lo admiro y lo envidio. Enemigo insaciable e implacable, tan inmenso y poderoso que no se puede ni mirarle a los ojos, cara a cara. Porque el tiempo no tiene cara; tiene pensamientos. Motivos. Impulsos. Razones. Y vidas, muchas vidas, todas en sus manos. De él depende la existencia, y no me gusta la sensación de humillación e impotencia que me ahoga por su culpa.

       Aún recuerdo cuando mi hermano y yo oímos una historia de alguien que se bebió un elixir de la vida, y se volvió inmortal. Mi hermano comentó la suerte que tenía, pero yo no pensaba así. Porque creía que la vida era como un trozo de goma: si lo estiras, se hace más largo, sí, pero también más estrecho.

       Si ese ejemplo no sirve para expresar mi disconformidad, siempre puedo recurrir a otro. Y es que la vida es también una especie de carrera, llena de obstáculos, algunos más grandes y complicados que otros. La salida es el nacimiento; la meta, la muerte. Y en el medio hay un largo recorrido en el que cada cual elige que desvíos tomar.

       Yo no deseo la muerte, no se me debe entender ni interpretar así. Quiero hacer mi recorrido completo, únicamente pido que, saltados todos los obstáculos, visitado todos los tramos y llegado a una edad razonable, se me permita llegar a la meta.

       Pero ahora no puedo. Quizá haya hecho algo que enfadase al Tiempo, o tal vez simplemente se le antojó obrar así. El caso es que han borrado mi línea de meta, y tras ella solo veo vacío, solitario e incierto vacío.

       No me dejan retroceder, no puedo pedir ayuda, solo me queda saltar y esperar a que todo esto termine pronto. Aunque sé que no acabará nunca, que tengo algo entre un don y una maldición, que en esto no hay más vuelta de hoja, que he de luchar y resistir para que el tiempo no pueda burlarse de mi expresión desolada.

       Ya está hecho, no puedo retroceder, ni modificar lo sucedido. Ni siquiera me puedo cambiar a mí, cambiar lo que tengo, lo que soy. Lo que ahora soy.

       Porque ahora soy inmortal.

2 comentarios:

  1. Impresionante!!! Aún mejor que el alma de la vejez. Bravo!!!!!!!

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  2. Hola!! me encantó el relato. La forma en que describiste al tiempo o la vida con sus obstáculos fueron perfectos.
    Besos!

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