Recuerdo a l@s lector@s que el objetivo de estas reflexiones es únicamente expresar mi opinión acerca de determinados temas. En ningún momento pretendo cambiar la forma de pensar de quienes me lean, ni imponerles nuevas perspectivas del mundo que nos rodea: solo quiero compartir las mías, y tú estás invitad@ a hacer lo mismo en los comentarios.
Un abrazo muy fuerte,
MA.A
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Hoy quiero estrenar esta nueva sección
del blog con una breve reflexión sobre algo de lo que me habló una profesora
hace tiempo: el día de días.
Probablemente te hayas dado cuenta de
que a lo largo del calendario puede verse muchas fechas señaladas como
importantes o especiales por estar dedicadas a determinados grupos de personas,
como es el caso del día de la madre, el del padre, el del profesor, el de la
mujer trabajadora, el de San Valentín…
No dudo que la intención de algunas de
estas festividades pueda ser inocente y real, como el día de la paz, pero a fin
de cuentas, si lo piensas con calma verás que no deja de ser todo bastante
ridículo. Si el propósito es incentivar la paz por todo el mundo, lo lógico y
práctico sería hacerlo todos los días, y no indicar que es suficiente con ser
buenos y no pelearse un día al año. Las guerras no cesarán solo con eso.
Los “días de días” son también una mera
forma de incitar al consumismo, y dado que somos parte de una sociedad que
tiende a seguir a las masas, parece bastar con que alguien declare una fecha en
concreto como momento especial para que todo el mundo se apresure a abastecerse
de objetos mayoritariamente inútiles, que
olvidarán y tirarán más tarde, pero que les harán sentirse acordes con lo
celebrado. ¿A quién beneficia esto? A los compradores, desde luego que no.
Además, que estos días suelen ser otra
demostración de lo hipócritas que podemos ser los humanos. ¿Quieres un ejemplo?
Piensa en San Valentín. Es sorprendente la cantidad de parejas que se pasan el
día regalándose cosas y haciéndose arrumacos para no desentonar incluso cuando
están a punto de romper su relación.
No creo que tener un “día de los enamorados” sea
correcto, porque estadísticamente es mucho más probable que te den ganas de
demostrar tu amor por alguien cualquiera de los otros 364 días del año, aunque
solo sea por pura proporción. ¿Por qué restringir esas declaraciones de cariño
a 24 horas en concreto? ¿Por qué no regalar una caja de bombones con forma de
corazón un 13 de agosto, o llevar a tu pareja a pasear a la luz de la luna un
25 de septiembre, o incluso organizar una cena romántica con velas aromáticas y
tarjetas rojas un 8 de julio?
¿Y qué me dices del día de la madre y
el del padre? ¿Nunca le regalarás una rosa a ella en pleno diciembre, o una
camisa a él a principios de enero, o un abrazo a ambos llegando el final de
octubre?
Yo reconozco que celebro algunas de
estas fechas, o al menos, trato de no actuar muy en contra de lo “requerido”,
pero hay muchas otras con las que no comulgo demasiado debido precisamente a eso:
no son más que pruebas casi sólidas de lo mucho que nos cuesta ser espontáneos,
originales y diferentes, salir de la comodidad de la rutina y declarar lo que
pensamos o sentimos porque queremos hacerlo, y no solo porque lo diga un
calendario.
¿Y tú? ¿Qué opinas de los días de días?
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